Viaje a lo esencial y perdurable

Las 7:30 de ayer miércoles, la única tarde libre de citas en tres semanas. Estoy en la floristería con Eva, acaban de encargarle una corona para un funeral, entrega urgente. Me llama al móvil Juan Carlos Gracia: vente Antonio, celebramos la llegada de la navidad con unas copas de vino.

El equipo de Di Vinos
El equipo de la enoteca Di Vinos

Llego a un acuerdo: corona y después vino. Así que me encamino al tanatorio de Torrero a entregar las flores.

Con la muerte de fondo, la vida enriquece sus matices. Tal vez eso explique en parte la intensidad de lo vivido. Como en la Divina Comedia, pasé por los infiernos antes de alcanzar lo divino.

Anoche la Enoteca Di Vinos se cargó de magia. De música, inspiración y belleza. Todo ello gracias a los anfitriones, el equipo al completo, y a sus excelentes caldos. Pero no sólo. Allí estuvieron, entre muchos otros, Carlos Estrada de Bodegas Sentif, deleitándonos con sus vinos. Y Rafa Terrén, fotografiando el evento para la revista Sabor de Aragón. También Javier Martínez, artesano y artista.

Javier Martinez escucha a Fernando Marín
Javier Martinez escucha a Fernando Marín

Tras una muy agradable charla, llegó la Música, con mayúsculas.

No puedo describir apropiadamente la experiencia, la profunidad de sensaciones y emociones que disfrutamos escuchando tocar a Fernando MarínCantar alla Viola– sus instrumentos. Como dijo Javier Martínez lo esencial es invisible a los ojos, y a muchos otros sentidos. Ayer y allí, la combinación de música y vino realizó el milagro alquímico, uniendo la esencia de personas y vivencias para transmutar los elementos en dorado momento.

Marta Peña tocando la lira
Marta Peña tocando la lira

Comenzó Fernando tocando su viola de gamba para pasar luego a la lira inglesa.

La calidad del sonido en aquel reducido espacio se acercaba a la perfección. O, como bien comentó Fernando, a la imperfección perfecta: toda la naturalidad del sonido puro, instrumentos construídos a mano por Javier Martínez, reproduciendo fielmente los originales, carísimas cuerdas fabricadas según procedimientos centenarios. Y todo ello manejado con la maestría que sólo los muchos años y la genialidad personal pueden alcanzar.

Una experiencia, al menos para mí, única. Marta Peña, lúcida, definió la característica esencial de ese sonido, de ese momento: perdura. Efectivamente así será: perduraba más allá de lo que pueda reflejar cualquier aparato electrónico, como también estoy seguro permanecerá en nuestra memoria por mucho tiempo.

Fernando Marín y Rafa Terrén charlan
Fernando Marín y Rafa Terrén en primer plano

Hablando de todo ello surgió un concepto, creo que también idea de Javier Martínez, realmente interesante: las denominaciones de origen temporales, no sólo espaciales. ¿Cómo sonaba la música barroca en su contexto original? ¿Puede una partitura tocada en un instrumento moderno reproducirla fielmente? ¿A qué sabía el mejor vino de la edad media? ¿Cómo se elaboraba? ¿Qué grados, coupage, cuidados lo caracterizaban?

Otra idea volcada allí: innovar puede muy bien consistir en volver atrás, a la esencia original.

Así es la vida: te regala una perla de la forma más inesperada. Gracias Juan Carlos, amigo, por hacerlo posible.

Notas: Dejo en flickr un album con las fotografías del momento a tamaño completo.

6 comentarios

  1. Gracias Paul, no lo recordaba… aun así, la cita allí cobró una nueva dimensión para mí.
    La próxima vez Fernand0 y Carlos -y habrá nuevas ocasiones imagino-, lo publico en facebook… ¡soy un poco novatillo todavía!

  2. Es una maravilla, y una lástima que sea un lujo escaso lo que otrora fue la cotidianidad. Espero que estos encuentros multifásicos se conviertan en tradiciones, muchas gracias por participar y hacerlo posible, besos y abrazos, Fernando.

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